Hoy día
asistimos a un nuevo renacer de la formación e-learning en España. Los motivos
son variados, algunos puramente económicos derivados de la actual crisis, otros
se fundamentan en valores pedagógicos, su flexibilidad o que muchos usuarios
sean ya nativos digitales. Aunque sigo considerando que las herramientas
e-learning actualmente disponibles no pueden suplir totalmente el aprendizaje
en aula sí que presentan numerosas ventajas a valorar detenidamente. La
posibilidad de conciliar horarios entre los alumnos o evitar traslados
complicados serían algunos de los rasgos positivos.
El éxito
de una acción formativa parte del análisis que se haya realizado antes de
elegir el canal por el que se transmitirá. Lo primero sería identificar
claramente el conocimiento que aporta valor así como el motivo para
implementarlo entre los alumnos, ¿Afrontamos un curso estrictamente normativo o
una formación estratégica para nuestra empresa?
Los
factores a tener en cuenta son numerosos: perfil de los alumnos, herramientas
tecnológicas que tendrán a su disposición, experiencias anteriores, la cultura
empresarial, presupuesto disponible, aplicaciones internas o posibles barreras
informáticas…De nada valdrá gastar una ingente cantidad en cursos de alto
contenido virtual dirigidos a alumnos que desconocen el uso de un PC o que no
dispondrán del mismo.
Algunas
de las críticas habituales al aprendizaje on-line se referían a la pérdida de
cercanía emocional, la imposibilidad de transmitir gestos, entonaciones o
entusiasmo del tutor, así como la ausencia del aprendizaje informal que deriva
del contacto con otros alumnos. Estos argumentos han perdido mucha fuerza ya
que distintas herramientas colaborativas como las wikis, redes sociales o web
conferences, salvan en parte estos inconvenientes.
No
obstante sigue siendo difícil que los alumnos desarrollen algunas competencias
solo con cursos e-learning, especialmente aquellas relacionadas con habilidades
como hablar en público.
La
experiencia me ha mostrado que la formación Blended es un exitoso modelo que
aprovecha el seguimiento on-line con la fuerza de las sesiones presenciales, si
bien suele exigir un despliegue mayor de recursos que recurriendo solo a una
metodología tradicional. Este modelo mixto puede recoger lo mejor de ambos
sistemas, uniendo el soporte de contenidos interactivos accesibles vía web y el
seguimiento individualizado del tutor en la plataforma con citas presenciales
periódicas.
Pero al final volvemos a la misma reflexión ya planteada
anteriormente, ninguna modalidad formativa es perfecta para todo tipo de curso
o alumno. Antes de colgar un cuadro hay que pintarlo y en este caso el pincel
que elijamos dependerá de las conclusiones obtenidas tras el necesario análisis
previo.
Luis Miguel Fuentes Gutiérrez
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